
Si bien todo el jardín es representativo del momento en que fue creado, lo que le da personalidad son los elementos arquitectónicos que rodean el jardín romántico. Este jardín se encuentra situado en un nivel más elevado en relación con el resto del terreno, accidente que permitió establecer dos zonas diferenciadas.
La comunicación entre los dos niveles se hace a través de un par de puentes, uno de piedra y el otro de hierro suspendido en el aire, y el punto de unión es una sala hipóstila situada al fondo de la plaza de arenisca que ocupa la parte más baja del parque.
A esta plaza se accede mediante dos amplios tramos de escaleras de pendiente muy suave, con escalones de arena acabados con piedra. Están situadas en los dos extremos del espacio y ambas pasan por debajo de los puentes. Si subimos por las que tienen que sobre el puente de piedra para ir a la plaza superior, la visión de la arcada del puente sobre las escaleras rodeado de vegetación es francamente bonita.
vegetación
La creación de estos jardines, a finales del siglo XIX, hace que en su interior haya árboles centenarios, como por ejemplo los
pinos carrascos (Pinus
halepensis) y los pinos australianos
(Casuarina cunninghamiana) que hay junto a la entrada principal del parque, en la calle Mandri. Otros árboles presentes en este espacio verde -también con algún ejemplar centenario- son el almez
(Celtis australis), el pino
piñonero (Pinus pinea), el cedro del Atlas
(Cedrus atlantica), el olmo
(Ulmus pumila) y la acacia
(Robinia pseudoacacia). De plantación más reciente, encontramos la
Sophora secundiflora, el ciruelo de hoja roja
(Prunus cerasifera 'Atropurpurea') y el braquiquítones
(Brachychiton populneus).
Hay que reseñar una especie más: la Bignon de flor amarilla
(Doxantha UNGIS-cati), una trepadora caducifolia muy ornamental que cuelga de un extremo al otro de la parte más alta de la fachada de la sala hipóstila. Muy florífero, cuando pierde la hoja las ramas quedan adornadas por las semillas, muy largas (entre 25 y 30 cm) y que van cambiando de color desde el verde hasta, una vez secas, al marrón oscuro.
Arte y arquitectura
Junto con los dos puentes, el de piedra y el péndulo de acero con pavimento de madera que copia lo que John Roebling hizo en las cataratas del Niágara, el elemento arquitectónico más destacado de Ca n'Altimira es la gran sala hipóstila con vueltas que parten de 36 columnas de estilo románico, muy altas y construidas con piedra arenisca. En un lado de la plaza, pegada al muro que queda de la antigua mansión de la finca, hay una hornacina donde se ha instalado una fuente.
historia
Este jardín fue construido a mediados del siglo pasado por el doctor José Altimira dentro de su finca de Sant Gervasi. Personaje adinerado y algo extravagante, un revés de la fortuna le dejó a las puertas de la miseria e hizo donación de sus propiedades en el orden de las Misioneras de la Inmaculada Concepción, que lo cuidaron hasta la muerte, ya que no tenía herederos. Las monjas instalaron un colegio en la finca, el de la Inmaculada Concepción, edificio que ocupa una buena parte de los antiguos jardines, los cuales, anteriormente, ya se habían visto afectados por la apertura de las calles de Horacio y Mandri.
El pequeño recinto verde que conocemos hoy es, pues, sólo una parte de lo que posiblemente fueron unos jardines muy singulares, con grutas subterráneas artificiales que comunicaban la sala hipóstila con la casa del propietario. Según explica Francesc Curet en sus Visiones barcelonesas, en los estanques que había en los jardines el doctor Altimira puso sardinas, y para mantenerlas vivas cada día hacía llevar agua de mar. Hacía fiestas muy lucido, ya veces inundaba la parte baja de los jardines y la sala para que los invitados pudieran navegar con barquitas.