Es una de las perlas del Parque de Montjuïc y pasear es una auténtica delicia. La vegetación riquísima, junto con el agua que baja por cascadas y desliza delicadamente por medio de amplias barandillas, los bancos de ladrillo y las plazoletas, crean un conjunto de belleza excepcional. Este es un lugar para estar, para contemplarlo y para ir descubriendo los mil detalles que lo configuran, con una armonía difícil de superar.